sábado, 3 de septiembre de 2016

A mi padre: Máximo Vera Ticse (21/08/2016)



Magaly Vera

Es curioso, de pequeña nunca me faltó la imagen paterna: el que impone orden, el que enseña, el que va a trabajar para la manutención del hogar etc. Es que todos esos roles y esa imagen que indican los psicólogos cuando describen el Rol papá, los asumió mi abuelita Shato, una mujer aguerrida, fuerte pese a su tamañito (apenas supera el metro veinte). Pudo luchar contra ladrones gigantes (bueno comparados con ella eran Goliates), se les enfrentaba sin temor y los derribaba con astucia y maña más que con fuerza, dirigía su propio batallón de guerra (toros, vacas, carneros, cuyes, gallinas etc.). Era una Reyna, mi heroína y mi súper abuela.

Ya luego apareció en mi vida mi otro padre: Juan García, el padre con el que me crié toda mi vida y al que Dios me permitió elegirlo. Con él aprendí a amar la música, a leer pentagramas, a aprender de memoria algunos textos. Nunca fue el hombre que imponía, siempre consultaba. Claro, al inicio fue el militar mandón, pero ya luego hasta me enseñó como cocinar escabeche de pollo (él único plato que sabia cocinar). Y fue el más disciplinado que he conocido hasta ahora: se levantaba todos los días a las 5:00 a.m. sacaba al guardián de la casa (nuestra mascota y su choche) e iban por pan, leche y todo lo que se les antojase. Siempre fue así y cada que cobraba llegaba todo un papá Noel, lleno de bolsas que yo y mis primos corríamos  a descubrir. Sabíamos que venía con frutas. Siempre se esforzaba por superarse, con él estudiábamos juntos: él para ascender y yo para ingresar a la universidad. Más que un padre, fue un amigo y consejero.

Fue por él por quien pude estar en un colegio carísimo, pese a nuestra estrechez de dinero. Éramos tan pobres en aquel entonces, que por ese lujo que me permitía, fui buena alumna. Siempre estuvo orgulloso de mí y eso nunca lo olvido.

Nunca dejo de darme ejemplos de vida y de bondad. Recuerdo que una vez, mi papá me visitó y él que no lo conocía, me preguntó: “¿quién es?”. Respondí que era mi padre. Inmediatamente me ordenó: “hazlo pasar”.  Trajo pollito a la brasa y gaseosa. Lo mismo hacia cada que mis hermanitas me visitaban. Era un amor así que por él también aprendí que no se mira el pasado más que para saber que fue lo que superamos. Tenía un corazón enorme y en él cabía yo, mi hermanita y mis 7 primos que quedaron huérfanos de padre y madre y se vinieron a vivir con nosotros. Con él aprendí a no ser celosa, ya que no me afectó compartir su amor con mi nueva familia. Llegamos a ser 11 incluida mi abuelita.

Mi papito Juancito falleció un 20 de marzo del 2015. Fue el día más triste de mi vida. Nunca había imaginado ese escenario apocalíptico. Por no sé qué motivos, pensé que mi padre era inmortal.

Ahora me queda descubrir a mi otro papá, a Max y no es fácil ya que no nos conocemos. Pero en eso andamos. Total, me queda toda una vida (espero que sea larga) para aprender a querernos. Pero por lo pronto me llevo estupendamente con mis 6 hermanitas de parte de papá a quienes conocí desde pequeñas y pasamos tantas aventuras y desventuras, que me permitió conocer una faceta de mi padre que felizmente ya superó.

No nací para juzgarlo ya que le debo mucho además nadie nace sabiendo cómo ser buen hijo, buen padre o hermano. No hay manual de Carreño para eso. Y él aprendió todo eso, al igual que yo, en la vida misma. Lo vi sufrir con su  primer nieto ya que se crió sin padre y él asumió ese rol. Siempre soñó con tener un hijo varón y  a falta de eso, le mandaron nietos así que imagino ese vacío ya lo saturó. Así que me encanta ver como se ufana ante sus nietos de sus dotes físicas (fue policía y a diario hace una rutina de dos horas de atletismo y pesas) cuando reemplaza a sus papás en el día del padre. Obviamente gana varios premios en los concursos de los que alardea toda la semana en el facebook.





También lo vi sufrir cuando una de mis hermanitas fue víctima de violencia y casi muere a manos de un desgraciado, cuando perdió a sus padres. Vi todo el proceso de aprendizaje de mi padre paso a paso. Eso hace que me sienta orgullosa de él ya que los superó con creces y es un padre maravilloso.

Ahora en su etapa adulta, está de esposo responsable con su hermosa Pili, su esposa a quien acompaña a todas sus terapias de rehabilitación y recuperación de ese odioso cangrejo. Estuvo conmigo en el momento preciso, cuando mi papito se nos adelantó en ese viaje sin retorno, estuvo también a mi lado cuando hice la misa del año y hasta me apoyó en traer sillas y hacer todo el ritual que se hace en memoria de un ser querido. 

Una vez me preguntó que le debía, y le debo lo más importante: la vida. Esa vida que me permitió nacer en un lugar hermoso: Huancayo; en un época magnifica, donde puedo estudiar en la universidad y tener iguales oportunidades que un varón; en donde ya superamos la esclavitud (claro ahora hay otras formas), pero la del Virreinato la superamos de alguna forma. Pude haber nacido en algún país donde el papel de la mujer se limita a ser solo madre y esposa, pero no, él me permitió nacer aquí. Así que me siento profundamente agradecida por donde nací y por todo lo que he vivido hasta ahora.

Así que en esta nueva etapa de mi vida, estoy aprendiendo a ser su hija y él a ser mi papá. Y hasta estoy aprendiendo del estilo gótico que usa al vestir, su talla y demás detalles. Todo un mundo nuevo para mi. 


Gracias papito por permitirme conocer este mundo. Su mejor regalo para mi, darme la vida, que no es poco.


Yani

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